Historia y Tradiciones

Se conocen restos de la cultura romana en varios lugares del término. Tras la conquista de Jaime I, Aldaia fue otorgada al monasterio de San Vicente de la Roqueta de Valencia, al igual que la población vecina de Quart de Poblet, compartiendo con esta las mismas vicisitudes históricas hasta la extinción de las señorías en el siglo XIX

Evolución demográfica

La historia demográfica es similar a la de otros núcleos de la comarca de l’Horta Sud: en 1510 el pueblo tenía 46 familias, que subieron a 60 en 1572 y a 130 en 1609. Con la expulsión de los moriscos y la crisis general del siglo XVII, la población del término descendió a 110 familias en 1646, que perduraron aproximadamente durante todo el siglo, hasta 1713.

Se sabe que en 1787 en Aldaia vivían 1.500 personas, y en 1877 ya eran 2.175 los habitantes. A partir de ahí, el crecimiento ha sido constante, moderado en las primeras décadas del siglo XX: en 1900 llegaban hasta 2.900 y en 1930 se sobrepasaban los 3.500 habitantes y treinta años después, en 1960, el pueblo se había duplicado hasta a los 7.380 habitantes.

La corriente inmigratoria de la década de los sesenta y setenta explica que en 1981 Aldaia concentrara a 20.800 personas, prácticamente triplicando el número de habitantes en veinte años. Incluso en la última década, la población ha aumentado en unos cuatro mil habitantes hasta llegar a los más de 27.000 de la actualidad.

Cabe destacar que Aldaia es un municipio joven, porque predominan las personas entre los 16 y los 40 años de edad. Este crecimiento demográfico se ha visto correspondido con una expansión urbana desde el viejo núcleo originario de la Plaza de la Constitución, Coladores, Santa Bárbara, San Antonio y Calle Mayor. Aldaia contaba con una gran cisterna del siglo XIV en la antigua calle del Balón que recibía agua de la acequia de Benáger-Faitanar.

De la zona antigua del pueblo cabe destacar la iglesia parroquial de la Virgen de la Anunciación, edificio construido entre finales del siglo XV y comienzos del XVI, con reformas y decoraciones posteriores -sobre todo del siglo XVIII- que no esconden los rasgos góticos de la fábrica original, especialmente en las nervaduras de la nave principal, que tiene 16 metros de longitud, 15 de altura y 9 de amplitud. La capilla de la Comunión es del siglo XIX.

Expansión e Industria local

A partir del núcleo central, el pueblo se extendió hacia el sur en los años treinta, buscando la vía férrea de la línea de Utiel mediante la calle de la Iglesia. Después, la progresión ha sido más general en todas las direcciones, cruzando incluso el ferrocarril y acercándose a los primeros barrios de Alaquàs, gracias a la avenida Dos de Maig, continuación de la vieja calle de la Iglesia.

Tradicionalmente, Aldaia ha sido un pueblo de base económica artesanal, evolucionando hacia la actividad industrial (37% de los ocupados). En el siglo XIX y XX, los “teulers”, talleres de pipas y juguetes y, sobre todo, los abanicos caracterizaban la manufactura del pueblo. Ahora los sectores secundarios son otros: industria de la madera, fabricación de productos metálicos, plásticos y todavía quedan algunas empresas que fabrican y venden los conocidos abanicos de Aldaia.

Ahora, sólo un 1’5% de los ocupados del pueblo trabajan todavía en el campo, cultivando las 769 hectáreas de regadío y las 45 de secano. En las primeras destacan los cítricos (con 613 hectáreas) y en las segundas las algarrobas (26 hectáreas). Los trabajadores de los servicios son un 49%, mientras que los del sector de la construcción son un 12%.

En relación con su término, Aldaia tiene mucho suelo industrial: un 20% del término. Esta superficie se reparte entre las doce zonas que existen, casi todas ellas en la mitad oriental y en torno al nuevo enlace con la N-III desde Albal y del ferrocarril. Se trata de las zonas de La Fillola, casco urbano del Barrio del Cristo, La Loma, San José, Coscollar, Barranco de los Caballos, El Cristo, Encrucijadas, Carretera Pla de Quart, El Pozo, casco urbano de Aldaia y Bonaire.

Cultura y Tradiciones

Patrimonio

Las fiestas mayores de Aldaia se celebran entre el 24 de julio y el 6 de agosto, día de su patrón, el Santísimo Cristo de las Necesidades, cuando se celebra la solemne procesión y el canto de la alcachofa. El día antes se produce la tradicional Baixà desde la parroquia de La Saleta hasta la de La Anunciació.

De las fiestas mayores destacar también otros actos típicos del municipio como son la fiesta del farolillo, el corretraca, la cordà, la subida de Cristo, la cabalgata, la ofrenda, el tiro y arrastre, los festivales de bandas, la cena de los mayores , la semana barrakuda, el festival de bandas, en el desfile de moda de Carlos Haro, conciertos destacados al aire libre.

En Aldaia se celebran también multitudinariamente las fallas y el día de San José entre el 15 y el 19 de marzo, el día del 9 de octubre, el Canto de la Aurora a principios de mayo, y la Fiesta de las Fadrines el 8 de septiembre. Las fiestas de los barrios son igualmente importantes como pueden estar en La Saleta o San Antonio.

En cuanto a la gastronomía aldaiera, destacan las populares orejitas y la dulce cena.

De la zona antigua del pueblo conviene destacar la iglesia parroquial de la Virgen de la Anunciación, edificio construido entre finales del siglo XV y principios del XVI, con reformas y decoraciones posteriores -sobre todo del siglo XVIII- que no esconden los rasgos góticos de la fábrica original, especialmente en las nervaduras de la nave principal, que tiene 16 metros de longitud, 15 de altitud y 9 de anchura. También destaca la capilla de la Comunión del siglo XIX y la casa de la Llotgeta, del siglo XVI, que fue propiedad de los condes de Nules. Alberga una muestra etnológica y artística de los abanicos realizados en la población. Por otra parte, la cisterna antigua de agua de Aldaia, antiguo depósito de agua situado en la plaza de la Constitución de Aldaia, en el interior del actual edificio del Ayuntamiento, es una obra excavada en unos 7 metros bajo el nivel de la calle, es una sala rectangular con bóveda de cañón, que mide 15,5 metros de largo por 6,5 de ancho, y tiene una altura de 7 metros y una capacidad para unos 705.000 litros. Ya estaba en funcionamiento en el siglo XVII. Se llenaba de agua procedente de la acequia de Benáger y conseguía todo el vecindario. Se utilizó hasta el siglo XX, cuando con la instalación del agua potable poco a poco dejó de utilizarse. Se cerró definitivamente en 1960.